Este artículo fue publicado originalmente en inglés por Convergence en julio. Muchas gracias a la Alianza Nacional de Trabajadoras de Hogar y la Cooperativa por la Justicia Lingüística por la traducción al español. Volvemos a publicar este artículo en español dado su relevancia continua del momento político.
Las recientes ráfagas de decisiones de la Corte Suprema y las revelaciones del Comité del 6 de enero han elevado la agenda de MAGA y sus planes de toma de poder a una posición promitente en la política de Los Estados Unidos.
Desde lxs militantes de supremacía blanca hasta la mayoría de la Corte Suprema, desde Trump y DeSantis a “La Normalidad del Equipo Republicano”, el GOP controlado por MAGA está completamente comprometido. Ellxs tienen sus diferencias (algunas de las cuales nosotrxs podríamos usar a nuestro favor). Pero se centran intensa y colectivamente en recuperar la Cámara de Representantes y el Senado en el 2022 y llevar a cabo un golpe de estado “legal” para que la Presidencia pase al partido Republicano en el 2024.
La mayoría de la población de los E.E. U.U (y la mayoría del electorado) rechaza la agenda de MAGA. Esa es la razón fundamental por la cual se puede parar a MAGA. Pero eso sólo sucederá si al menos algunxs de lxs actorxs políticxs que intentan movilizar esa mayoría supera a nuestrxs oponentes con una determinación centrada y totalmente comprometida a ganar.
Esto significa enfrentar algunas realidades políticas persistentes:
- Primero, los resultados electorales del 2022 y del 2024 están en el eje de determinar si E.E. U.U. regresa al autoritarismo racista y a la “justicia” paramilitar que pisoteó la Reconstrucción o marca un nuevo inicio hacia una democracia multirracial.
- Segundo, sólo una coalición electoral que abarque desde socialistas hasta republicanxs Nunca-Trumpistas tiene la capacidad de parar la fuerza aplanadora de MAGA.
Estas realidades tienen implicaciones importantes para la Izquierda— quienes entendemos que MAGA no es una creación de Donald Trump, sino una tendencia política arraigada en la estructura y la historia de este país que Trump explotó y desató aún más. Toda tentación de mirar a otro lado (“No Mires Arriba!”) debe ser resistida. Puede hacernos sentir incómodxs, pero simplemente no podemos elegir el terreno en el que libramos la batalla.
Somos muy pequeñxs para vencer a MAGA solxs. Pero tenemos el potencial de desempeñar una función esencial como una fuerza catalizadora que impulse fuerzas más grandes hacia la acción. Corresponde a la Izquierda ofrecer una visión que pueda motivar a las personas explotadas, enojadas y marginadas a votar y a participar en la política en otras formas. Es nuestra responsabilidad modelar tanto un espíritu combativo como uno unificador que atraiga y fortalezca la determinación de los elementos indecisos entre la mayoría anti-MAGA. Y somos nosotrxs quienes podemos decir la verdad sobre los obstáculos estructurales a los que nos enfrentamos y por qué podemos ganar.
Si asumimos esas responsabilidades —es decir, si nos centramos y nos comprometemos plenamente— no sólo maximizaremos las oportunidades de vencer a MAGA en el 2022 y el 2024. Construiremos una base más grande y expandiremos el alcance de las organizaciones y líderes progresistas, de este modo fortaleceremos nuestra capacidad de dar forma a la agenda del país una vez que MAGA sea desplazada.
MAGA: Fascismo al estilo estadounidense
El programa de retroceso de MAGA va más allá de estar limitado a lo que la Corte ya consiguió al revocar el fallo Roe, prohibir un serio control de armas, destruir cualquier esfuerzo federal para combatir el cambio climático y deshacer la doctrina de separación de la iglesia y el estado. Y va más allá de la eliminación de todos los derechos logrados bajo la rúbrica de privacidad (por ejemplo, control de la natalidad y matrimonio gay) como se señala en la opinión de Clarence Thomas. Las protecciones ofrecidas por las 13a, 14a y 15a Enmiendas (las “Enmiendas de la Reconstrucción”) que colocaron al país en una trayectoria inicial, y aún bloqueada, hacia una democracia multirracial están directamente en la mira de la Corte de MAGA. Es una infusión tóxica de nacionalismo blanco, supremacía cristiana y autoritarismo envuelto en la bandera estadounidense y la cruz de Los Soldados Cristianos Imparables. Esto es fascismo al estilo estadounidense.
Y el enfoque implacable de MAGA en ganar el poder político necesario para imponer esta agenda ya no está limitada sólo a usar la supresión del voto, la manipulación de circunscripciones electorales, y a dar poder ilimitado al dinero en las contiendas electorales. Ahora ha incorporado la “doctrina de legislatura de estado independiente”, la cual daría a los grupos controlados por el Partido Republicano poder total sobre las elecciones —hasta incluso decidir que sus preferencias anulen la voluntad de lxs votantes. MAGA anticipa una decisión de la Corte Suprema de los E.E.U.U. (SCOTUS por sus siglas en inglés) defendiendo esta doctrina el próximo año, y planea implementarla para llevar a cabo un “golpe de estado legal” si es necesario en el 2024.
No es un momento para seguir actuando como se ha hecho hasta ahora
Los Progresistas y la Izquierda iniciaron el 2022 luchando contra MAGA con mucha más preparación que en los años previos. Múltiples organizaciones del movimiento de justicia social aprendieron mucho y expandieron su alcance en la contienda intensa del 2020. Sus valiosas experiencias, la campaña de Bernie del 2016 y del 2020, los esfuerzos que produjeron y luego expandieron el “Escuadrón”, el aumento de conexiones que las organizaciones han hecho entre el trabajo organizativo electoral y no electoral, la energía desatada a causa del levantamiento por George Floyd, y la nueva oleada de trabajadores militantes y de trabajo organizativo sindical, todo esto nos da un punto de partida más fuerte desde el cual luchar que el que tuvimos al iniciar el 2016, el 2018 o el 2020.
Pero necesitamos más. Nosotrxs —el mundo de la Izquierda y lxs progresistas en su totalidad— todavía no hemos igualado a MAGA en tomar acción respecto al entendimiento de que estamos en un punto crucial. Tomando los esfuerzos del golpe de estado que culminaron en el 6 de enero del 2021 como un periodo de prueba, MAGA ha prescindido de las “normas” previas y está subordinando todo a su incesante afán de poder.
Necesitamos ser así de audaces. Siguiendo como si no hubiese pasado nada no lo conseguirá. Sólo si adaptamos nuestra mentalidad, prioridades y estrategias para corresponder con la urgencia del momento prevaleceremos en la batalla frente a nosotrxs.
Lo que esto significa para cada organización y el sector de la Izquierda variará. En los meses restantes antes de las elecciones de mitad de periodo, y aun más entre aquellas contiendas y Noviembre del 2024, necesitaremos proponer, debatir, probar y evaluar estrategias sobre una serie de preguntas. ¿En qué sectores y distritos podemos tener el mayor impacto? ¿Qué mensajes motivan mejor a electores clave? ¿Cómo podemos crear sinergias entre el trabajo electoral y el no electoral? Pero ya sobresalen tres puntos generales:
Primero, vencer a MAGA en las urnas no es suficiente para parar al empuje por el poder de MAGA, pero es un prerrequisito indispensable. Necesitamos prepararnos para una acción directa masiva para proteger los resultados electorales— hasta inclusive una magnitud de protesta que pueda prevenir legislaturas estatales rebeldes y una Corte Suprema Ilegítima que imponga su voluntad si lo intenta. Pero para ganar la autoridad moral y política para que tales acciones sean exitosas, es absolutamente esencial ganar la mayoría de votos en las contiendas electorales locales, de estados clave, y las federales, especialmente en la cámara de Representantes y el Senado, y la Presidencia.
Vencer a MAGA en las urnas no es suficiente para parar al empuje por el poder de MAGA, pero es un prerrequisito indispensable.
Y es mucho lo que está en juego en cuanto a cómo realizamos nuestro trabajo electoral y cómo lo coordinamos con otros esfuerzos. La inversión en el trabajo organizativo de resultados a largo plazo, no de resultados rápidos, es crucial para revitalizar el movimiento laboral, reconstruir el movimiento por la paz y profundizar el arraigo en la clase trabajadora multirracial, con inclusividad de Género. Sin avances en esas y otras áreas, no pasaremos de una elección defensiva de emergencia tras otra.
Segundo, debemos ser proactivxs —no pasivxs, muchos menos en oposición— en el trabajo difícil de construir un frente electoral que “una a todxs quienes puedan ser unidxs”. Necesitamos una postura incondicional comparable a la del Representante Jamie Raskin del Comité del 6 de enero cuando se le pregunto sobre su amistad con la vicepresidenta del Comité Liz Cheney. Nosotrxs en la Izquierda estamos ansiosxs de regresar a poner nuestra energía principal en luchar con de lxs Demócratas del “establecimiento” y lxs conservadores Nunca Trumpistas sobre todas las cosas con las que no estamos de acuerdo. Y no estamos suspendiendo nuestro punto de contienda con ellxs sobre aspectos de políticas en medio de la crisis actual.
Pero el aspecto central en las elecciones del 2022 y 2024 es si vamos a vivir en un país en el cual es posible crear batallas políticas donde los medios democráticos se acercan a una persona y un voto. Muchas de las personas anti-MAGA tienen opiniones que la Izquierda considera debidamente aborrecibles. Pero si ellxs votan contra MAGA, aun actores con opiniones políticas aborrecibles, están defendiendo el espacio democrático que se ganó con décadas de luchas masivas contra el racismo, el sexismo y la exclusión basada en clasismo con un gran costo en sangre y dinero. Y retener esos derechos nos da el terreno más favorable para que todas las luchas progresistas sigan adelante.
Tercero, nuestra fragmentación actual disminuye nuestra habilidad de construir el tipo de frente anti-MAGA que necesitamos. Muchos grupos y círculos en la Izquierda están de acuerdo en general con los dos puntos anteriores. Pero eso no es suficientemente traducido a un trabajo coordinado y pasos para construir unidad pensando con originalidad. Cuando la Izquierda mira a las personas que están justo a unos cuantos pasos de nosotrxs como un conjunto de grupos distintos divididos por pequeñas diferencias, debilitamos nuestro llamado a unificar a todas las personas que pueden ser unidas en contra de MAGA.
Ir más allá de nuestro terreno familiar
Poner estas consideraciones anteriores al centro de nuestro pensamiento y acción en los próximos tres años será incómodo para muchxs en la Izquierda. En protestas y en batallas de ideas, que por muchos años constituyeron la principal forma de actividad progresista, es necesario resaltar nuestras diferencias con otrxs, para sacar adelante nuestro programa distintivo y luchar por este en contra de todos los ángulos.
Pero en la lucha por el poder político, las protestas y la lucha de ideas son solo una de las partes —y no las partes mas importantes— de la labor de la Izquierda. La responsabilidad más importante de la Izquierda es identificar, congregar, animar y unificar las fuerzas sociales capaces de lograr el avance primordial requerido en cada momento. Una Izquierda que logra esto no solo cumple con sus responsabilidades de avanzar la lucha de clases a la siguiente etapa. También maximiza la influencia de la Izquierda cuando —en la siguiente etapa — hay un conjunto de circunstancias distintas que requiere un conjunto de alianzas distintas.
MAGA ha llegado hasta donde está porque su núcleo de impulso se ha centrado implacablemente en agrupar a sus partes divergentes en un bloque común de lucha por el poder. Es nuestro trabajo superar el núcleo de MAGA en agudeza política, disposición de ampliar los límites, tomar riesgos, y una determinación para inspirar y unir a todxs quienes puedan ser unidxs para detenerles.
Imagen destacada: Marcha por Nuestras Vidas, Atlanta, 11 de Junio del 2022. Fotografía por John Ramspott, CC BY-ND 2.0. La Marcha por nuestras Vidas es un movimiento de base liderado por jóvenes para acabar con la violencia con armas que fue fundado después del tiroteo en la escuela en Parkland, Florida que causó la muerte de 17 personas. En febrero del 2018, el movimiento llevó a millones a las calles, y el 11 de junio del 2022, hizo lo mismo después de la masacre en Uvalde, TX. La marcha fue justo unos días antes de las decisiones de la Corte Suprema que revocaron una ley de control de armas en Nueva York—y luego Roe v Wade.